El duelo: entretejer narrativas

 

“A veces siento como si mi brújula se rompiera, que perdiera totalmente el rumbo. Hay momentos cuando se recompone, vuelve a estructurarse, como si el caos y las grietas nunca hubieran tenido realmente fuerza, pero hay otros momentos donde simplemente se resquebraja en mil pedazos. Sé que es normal en el duelo, sentir altibajos, unos más fuertes que otros, sentirse un poco perdida” 1 

Hablar sobre duelo

Con el sabor de año nuevo tan reciente y tan colmado de esperanza, metas y proyectos, parece un poco contradictorio hablar sobre duelo, sobre pérdida o dolor. 

En esta época del año, cuando la energía está volcada en retomar con buen ritmo las obligaciones y responsabilidades de la vida cotidiana, vale la pena hacer pausas para preguntas importantes, direccionar un Norte y volver al ruedo con una mirada más amplia sobre los puntos de inflexión en nuestra historia de vida y en la de quienes nos rodean.

El duelo es el tema con el que iniciamos este blog, ¿qué mejor forma de hablar de Ética y Bioética, que dialogar sobre las consecuencias últimas de tener naturaleza humana? Nuestra fragilidad, nuestra finitud.

La muerte y la pérdida son realidades inevitables que incluso en las temporadas de reactivación laboral, que requieren de nosotros ser más “productivos” e ir muchas veces en piloto automático, pueden detonar recuerdos y emociones dolorosas.

Buscamos brindar esperanza e ilusión en este campo sobre el cual muchas veces se teme o no se sabe dialogar.

Dos recursos que implementamos son la autoetnografía -el enlace entre la propia experiencia con conceptos sociales o culturales- y el análisis de fuentes secundarias.

Proceso de duelo: ser con otros

Asociamos el duelo a un momento de inflexión en la historia vital o, como Thomson y colaboradores 2 lo llaman, un momento crítico, un punto de no retorno, de transición, un cambio en la concepción de quiénes somos y en nuestra forma de dar sentido a la propia vida.

Los momentos críticos enriquecen la percepción de la propia identidad, entendida como unidad de perfecciones constitutivas de cada ser, nos conocemos mejor y nos damos cuenta de lo realmente esencial.

La experiencia de vivir un duelo varía según un entrelazadas de circunstancias como el rol que cumplía la persona fallecida, en qué momento del ciclo de la vida familiar muere o las posibilidades de vivir el duelo como una experiencia compartida 3.

 

 

Un aspecto nada novedoso de la persona humana es que, como seres sociales, requerimos de otros hasta para satisfacer las necesidades más básicas para nuestra supervivencia, desde el vientre materno hasta el día de nuestra muerte.

Pero no es tan importante remitirnos a la existencia de ese apoyo en un grupo humano determinado, como sí a la calidad de la ayuda recibida.

El apoyo tiene manifestaciones simbólicas (arreglos de flores, una ayuda a una labor social -como un bono solidario de condolencias-, mensajes de aliento y pronunciamientos de pésame en redes sociales, entre otras), así como manifestaciones materiales (apoyo económico, un abrazo o un hombro en el cual llorar).

La eficacia del apoyo en circunstancias de crisis y de dolor, se evidencia en manifestaciones simbólicas y materiales, que obviamente no son realidades contrapuestas, sino más bien complementarias y dependientes entre sí.

Una forma de apoyo fundamental en el proceso de duelo es permitirnos narrar.

Entretejer narrativas

Los seres humanos tenemos sed de sentido, necesidad de brindar un significado a lo que nos rodea y a lo que nos ocurre, esquemas, narrativas básicas sin las cuales dejaríamos de salir con tranquilidad de nuestras casas.

Es la idea de que “parece seguro transitar por la calle”, la que nos ayuda a salir con cierta paz, aunque no siempre seamos conscientes de que tenemos esa certeza.

En definitiva, el ser humano está hambriento de respuestas y nada más necesitado de sentido que la experiencia de la muerte o pérdida de un ser que amamos; ¿Cómo dotamos de sentido? Un recurso común es la narrativa o el empleo de mecanismos para declarar, interpretar, representar, referir, exteriorizar o explicar significado.

Se narra al escribir, dibujar, pintar, crear, para producir un relato que sintetiza el pasado, presente y futuro de una vivencia, como una pérdida y su consiguiente duelo. La narrativa es uno entre múltiples recursos sanadores, para poner en orden los hechos acontecidos, las personas implicadas y da sentido al vacío psíquico, físico y afectivo.

 

 

Narrar, una experiencia compartida

Puedo narrarme en un cuaderno, pintar, dibujar y dar sentido a la historia con mis manos, para hacerla más aprehensible, pero no tengo todos los datos.

La posibilidad de vivir el duelo como experiencia compartida para exteriorizar sentimientos, recuerdos y narrativas sobre el ser fallecido, permite un reconocimiento enriquecido de la realidad de nuestro propio ser y los demás, que lleva a entender mejor el sentido de la muerte. Esto es clave para la superación de la etapa del duelo 4.

Posiblemente no conocemos todos los hechos en torno a esa pérdida o las múltiples facetas del ser que perdimos físicamente y es allí donde es clave la relación con las personas cercanas: familia, amigos, compañeros de estudio o trabajo y otros miembros de la comunidad.

El diálogo con otros nos ayuda a completar el cuadro, a dar pinceladas de realidad a nuestra narrativa en esa búsqueda de sentido.

Hablar de la persona, lo que disfrutaba hacer, lo que valoramos y agradecemos de la relación con él o ella, de lo buen amigo, padre, madre o hermano que era y cómo se fue, ayuda a comprender puntos grises, matices incompletos de la realidad.

 

 

Esta exteriorización de emociones y recuerdos, nos ayuda a aceptar lo ocurrido y dar razón de cómo dejó de estar con nosotros un ser querido, para comprender, aunque duela.

Así, desde el diálogo y compartiendo narrativas con “los otros”, nos ayudamos -cada uno es un otro entre otros- y nos sabemos parte de un entorno social, de una red de apoyo, en primer lugar familiar. Narrar, comunicarse y a partir de ahí generar lazos, es algo que nos ha caracterizado como especie humana 5.

Aprender a conocer y reconocer a las personas que amamos en el proceso de duelo, a través de otros ojos, acrecienta ese amor, da un sentido a su trasegar vital y a su muerte.

Estos puntos de inflexión en la vida son claves para adquirir significados sobre quiénes somos y en ese proceso es relevante que las personas se sientan escuchadas, valoradas, comprendidas y amadas; solo así los momentos de crisis y pérdidas, en las familias y comunidades, serán fuente de sentido y, adquirido el sentido, serán fuente de resiliencia y fortaleza.

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  1. Juliana María Campo, “Diario de campo”, 14 de diciembre de 2023, Medellín, Colombia.
  2. Rachel Thomson, Robert Bell, Janet Holland, Sheila Henderson, Sheena McGrellins y Sue Sharpe, “Critical moments: choice, chance and opportunity in young people’s narratives of transition”, Sage Journals 36, no. 2 (2002): 339.
  3. Magdalena Pérez Trenado, “El proceso de duelo y la familia”, Medicina paliativa: cuidados del enfermo en el final de la vida y atención a su familia 15, no. 2 (2018): 279.
  4. Ibid., 282.
  5. Adriana Christiano, “The Evolution of Successful Teamwork”, University of Northern Colorado, (última modificación 2022), [consultado: 4 de febrero de 2024], disponible en: https://www.unco.edu/hss/anthropology/department-activities/uap/essays/evolution-successful-teammwork.pdf 

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